El 20 de julio de 1969, los astronautas norteamericanos Neil Armstrong y Edwin Aldrin se convirtieron en los primeros seres humanos en poner el pie en la Luna. Todo salió bien y pudieron regresar sanos y salvos a la Tierra, pero la probabilidad de que esto no ocurriera así era muy alta.

Richard Nixon, por aquel entonces presidente de los EE.UU., tenía preparado dos discursos: uno celebrando el éxito de la Misión Apollo y otro, que por fortuna no tuvo que pronunciar, que serviría como panegírico en caso de que ocurriera un desastre.

El siguiente texto es este segundo discurso que fuera escrito por Bill Safire, redactor habitual de los discursos presidenciales:

Fate has ordained that the men who went to the moon to explore in peace will stay on the moon to rest in peace. These brave men, Neil Armstrong and Edwin Aldrin, know that there is no hope for their recovery. But they also know that there is hope for mankind in their sacrifice.
These two men are laying down their lives in mankind’s most noble goal: the search for truth and understanding.


They will be mourned by their families and friends; they will be mourned by their nation; they will be mourned by the people of the world; they will be mourned by a Mother Earth that dared send two of her sons into the unknown.

In their exploration, they stirred the people of the world to feel as one; in their sacrifice, they bind more tightly the brotherhood of man.

In ancient days, men looked at stars and saw their heroes in the constellations. In modern times, we do much the same, but our heroes are epic men of flesh and blood.

Others will follow, and surely find their way home. Man’s search will not be denied. But these men were the first, and they will remain the foremost in our hearts.

For every human being who looks up at the moon in the nights to come will know that there is some corner of another world that is forever mankind.

El destino ha ordenado que los hombres que fueron a la Luna a explorarla en paz descansen en paz en la Luna.

Estos hombres valientes, Neil Armstrong y Edwin Aldrin, saben que no hay esperanza en su rescate. Pero también saben que existe esperanza para la humanidad por su sacrificio.
Estos dos hombres dieron su vida por la más noble meta del ser humano: la búsqueda de la verdad y el entendimiento.

Serán llorados por sus familiares y amigos; serán llorados por su nación; serán llorados por la gente del mundo; serán llorados por la Madre Tierra que se arriesgó a enviar a dos de sus hijos a lo desconocido.

Durante su exploración, moviron a la gente del mundo a sentirse como uno solo; en su sacrificio, ataron más fuerte la unión de la humanidad.

En días antiguos, los hombres miraron hacia las estrellas y vieron a sus héroesen las constelaciones. En tiempos modernos, hemos hecho lo mismo, pero los héroes son hombres épicos de carne y hueso.

Otros les seguira, y seguramente encuentren el camino de vuelta a casa. La búsqueda del hombre no le será denegada. Pero estos hombres fueron los primeros y serán siempre los primeros en nuestros corazones.

Para todo ser humano que mire a la luna en las noches venideras sabrá que hay algún rincón de otro mundo que será para siempre de la Humanidad.

Visto en watergate.info vía digg.