"Atravesamos la sombra de la luna mientras nos acercábamos a su órbita. Y es extraordinario cuando ves al sol eclipsado por la luna contra el cielo oscuro, y el brillo del sol alrededor de la luna.
Era el lugar más magnífico para que la humanidad mostrara su progreso, pero es un sitio desolado", expresó Aldrin, de 79 años, citado por la agencia alemana DPA.
Cuando la nave Eagle (Aguila) se posó en la Luna, el motor de alunizaje sólo tenía combustible para 30 segundos más, según datos de la agencia espacial estadounidense NASA.
"Neil (Armstrong) y Buzz (Aldrin), les estoy hablando desde el Salón Oval de la Casa Blanca y ésta es la más histórica conversación telefónica que jamás se haya hecho", les dijo antes de que salieran de la nave el entonces presidente norteamericano, Richard Nixon.
"No puedo expresarles todo el orgullo que siento, pero les doy las gracias por lo que han realizado, pues ahora los cielos son parte del mundo del hombre", completó.
Eran las 20:17 GMT del 20 de julio de 1969 cuando Armstrong descendió del módulo lunar en el Mar de la Tranquilidad.
Sus palabras, mal moduladas por las interferencias de radio, comunicarían a millones de seres que lo veían por televisión el mensaje de epopeya colectiva: "Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad".
El cohete Saturno V había despegado el 16 de julio con la cápsula Apolo XI. Cien horas más tarde el módulo de aterrizaje Eagle se separaba de su nave madre; en el módulo de comando Columbia, la otra parte de la Apolo XI, había quedado el tercer astronauta, Michael Collins.
Mientras Armstrong y Aldrin clavaban la bandera estadounidense en la superficie lunar, emplazaban instrumentos de medición y saltaban ultralivianos a través de la atmósfera lunar, Collins continuó dando órbitas alrededor de la Luna.
La estadía de Armstrong en la superficie lunar duró dos horas; un poco menos la de Aldrin, y volvieron a la cápsula con 22 kilos de muestras de roca para estudios científicos.