Guatemala esta viviendo una de las peores crisis políticas de la historia. Los niveles de corrupción han llegado tan altos que solamente empezando de cero podríamos componer esto. Nuestros políticos han puesto primero sus intereses a los intereses de la población y todo parece ser que estas malas practicas tienen un nombre y apellido: Dinero y poder.

Parece que todo lo que tenemos en la cabeza es la palabra dinero, dinero, dinero y después de esto queremos poder. Ya no nos basta con tener lo necesario, queremos más que los demás y ya no estamos midiendo las consecuencias.

Si tan solo nuestros políticos dejaran de amar el dinero tendríamos un país con una mejor gobernabilidad.

El apego a las riquezas es el inicio de todo tipo de corrupción, por doquier: corrupción personal, corrupción en los negocios, también la pequeña corrupción comercial, la de aquellos que quitan gramos al peso justo, corrupción política, corrupción en la educación… 

¿Por qué? Porque aquellos que viven apegados al propio poder, a las propias riquezas, creen que están en el paraíso. Están cerrados, no tienen horizonte, no tienen esperanza. Y al final, deberán dejar todo. ¿ Será que los curules en el congreso serían tan deseados si el trabajo fuera voluntario y sin esas gigantescas dietas ?

Hay un misterio en la posesión de las riquezas. Porque las riquezas tienen la capacidad de seducir, de llevarnos a una seducción y de hacernos creer que estamos en un paraíso terrenal pero la realidad es otra, claro, siempre y cuando tienes el poder de abrir los ojos. Hoy estamos, mañana ya no y de que ha servido tanta riqueza acumulada ¿ para qué ?

El apego a las riquezas produce:

  • Tristeza
  • Intranquilidad
  • Un visión distorsionada sobre la verdadera felicidad
  • Es imán de falsas amistades
  • Cansancio espiritual
  • Desgaste mental
Y por último.... soledad inminente. Nadie quiere a un avaro, nadie quiere a un millonario adorador del dinero. Al final de cuentas terminas solo.

¿ Estas dispuesto a esto ?

Más vale usar pantuflas que alfombrar el mundo. Para encontrar nuestra paz interior, tenemos que ser conscientes de nuestros potenciales personales y aprender a saber dosificarlos, así como nuestros recursos. De esta forma viviremos un auténtico crecimiento y evolución. Vive con lo necesario, vive sin desvivir.

Saludos,

Juan Pablo Mata